sábado, 15 de agosto de 2009

El Apriete

Desde hace un tiempo la lucha por la Presidencia y los cargos en el parlamento han sido la prioridad, un manjar estigmatizado, sólo permitido para la clase privilegiada y líderes carismáticos. La presidencia ha sido una de las comodidades más tentadoras.

Con el binominal, los aspirantes a La Moneda y a otros cargos en el parlamento tienen que sortear y danzar con lobos dentro y fuera de sus partidos, cual torneo de chueca a palos y cabezazos se van eliminando uno a uno, ahora hay que agregar que también se lleva a cabo este combate con injurias, animadversiones, y una cascada de difamaciones que van desde ser comunistas de mierda, mal nacidos, pasando por canallas, mentirosos, traidores, incluyendo sacarse la madre entre partidarios y protagonistas en esta carrera de obstáculos donde hasta la esperanza del país es subastada, y se le vende al pueblo para levantar a los deprimidos y miserables,

Pero más allá de los perversos rituales que se siguen en la política nacional, de la cual sólo queda la sociedad perpleja, y espasmódica, con líderes que roban ideas y tiempos y sumergen a la sociedad en atroz incertidumbre, mequetrefes que velan por los verdaderos intereses de los políticos, que no se arrugan en perforar los cerebros de muchas buenas personas con un fin oscuro y el ancestral instinto depredador con la única meta de lograr el poder.
Lejos quedaron los discursos demagógicos y retóricos con los que se alzaban los políticos, ahora están las implacables acusaciones, la venenosa calumnia, se trata de métodos atemorizantes, la técnica habitual del totalitarismo, con asfixiantes consignas propias de las tribus que forman los partidos políticos, donde el cultivo de valores, la reunión colegiada y académica, donde las reglas de urbanismo están extraviadas, ésta es la sucia realidad de la cochina política de nuestros ambiciosos políticos en Chile.

En Chile desde hace mucho tiempo los políticos representan la desfachatez sin el mínimo decoro ético y nosotros ahogándonos en el aversión que provocan sus acciones, Piñera, y todo el cardumen que lo rodea tratando de comerse o tragarse La Moneda, eso sí, siempre garante irá la familia, no faltarán los discursos populistas, un populismo llorón de reconciliación política, más falsa qué un billete de 50 lucas.

Con su campaña comprara La Moneda y el rencor gobernara.
Sin embargo, esta el otro discurso, el tangible, el callado, el que Piñera realiza con actos de corrupción, toda una obra lasciva, el que desgarra al pueblo por la impotencia que produce la impunidad. Y que no quieren definitivamente sacar a la luz por miedo a extralimitarse en este gran negociado del reparto los que pueden hacerlo.

Ahora andan muchas bandas y clanes desaforados, peleando como perros de malos vecinos. Y lo que más lástima causa es que todo esto, la carrera, los pleitos y todas las aberraciones, usufructos que se hacen para lograr la Presidencia se hace a espaldas del pueblo o con su beneplácito ignoto. Permitiendo que la derecha parasitaria se tome el ultimo bastión que le falta, La Moneda.

CM

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