lunes, 3 de mayo de 2010

Crimen y Castigo


Ya había leído Crimen y Castigo antes de llegar a Rusia, el verano tórrido en Moscu del año 79 la leí nuevamente y entendí quien había sido el papá de Columbo y de la literatura policial. Es un texto juvenil, cuesta leerlo con los años, ya que las torturas sicológicas de Raskolnikov por haber matado a las dos viejas prestamistas ahora en este milenio diría yo son incomprensibles.

El argumento gira en torno a un joven estudiante más pobre que yo a esa edad, Raskolnikov, que angustiado por su vida miserable y su pobreza, no encuentra otra solución que la de asesinar y robar a una vieja usurera. Solo así podrá continuar con sus estudios y ayudar a su madre y a su hermana que sufren también la pobreza por culpa de un padre medio irresponsable muerto prematuramente y tienen la maldita costumbre de escribirle a Raskolnikov contándole las peripecias de la familia para salir adelante. Además que hay un viejo que acosa a la hermanita que esta medio enamorada de un joven que puede llegar a tener alguna posibilidad en la vida, pero que es medio turbio.

Rodion Raskolnikov tiene 24 años, estudiante de derecho que tuvo que dejar la escuela debido a la extrema pobreza que padecía. Raskolnikov es un intelectual nato. Inteligente pero oscuro. En el fondo cree ser un predestinado. Sólo tiene que conseguir dinero para seguir adelante. No hay manera de tener el suficiente sino matando a la persona indicada, es decir, a la no deseada. El hambre y la falta de perspectivas acabarán por enfermar a Raskolnikov. Su mejor amigo lo encuentra: taciturno, sombrío, orgulloso, altanero, suspicaz e hipocondríaco.

Raskolnikov había escrito un trabajo sobre lo que se puede considerar como un crimen y la muerte de una vieja usurera enferma y casi idiotizada que probablemente habría acabado de muerte natural unos meses más tarde lo justificaba.


El joven se decide al fin a llevar a cabo su acción, y lo hace con tanta destreza que no deja el mínimo rastro que pueda llevar a la detención del criminal.

Raskolnikov creía tenerlo todo controlado, todo menos algo su propia y traicionera conciencia. Pronto se desatará un proceso psicológico en el cual se ahoga el alma del homicida, no por arrepentimiento, si no por un sentimiento de culpa, el desprecio de si mismo, la ley divina y humana que reclaman el castigo.

En definitiva, Raskolnikov representa la eterna y constante lucha entre el bien y el mal, lo bueno y lo malo, lo moral y lo inmoral. Se asiste así a un complicado proceso mental donde el protagonista elabora meticulosamente el crimen que va a cometer, sin pensar en las ventajas materiales u de otro tipo que le puede reportar, ya que al final acabará robándole una pequeña suma de dinero, sus verdaderas motivaciones para cometer tal acto, son más bien de orden moral.

Al llevarle a la vieja usurera sus ultimas pertenencias esta solo le entrega unos pocos rublos ya que se cobra los interesas por adelantado, al salir del departamento de la mujer Raskolnikov se encuentra con Isabel la hermana de la vieja, una mujer mas joven que es maltratada por la usurera, esta le cuenta al muchacho que la vieja estara sola en las próximas horas, Raskonikov toma esta noticia como un presagio. Con un hacha que se roba en una construcción, asesina a la mujer, la puerta había quedado abierta e Isabel inesperadamente asiste al crimen de su hermana. Raskolnikov la asesina despiadadamente, se roba el dinero y algunas joyas, y escapo milagrosamente sin que nadie lo vea.

Una vez cometido el crimen vuelve a su habitación y se acuesta en su camastro durante horas, sin un discernimiento real del paso del tiempo, en un estado febril que el autor se detiene durante bastantes páginas en relatarnos, transportándonos a un mundo febril de una ansiedad emocionante, dentro de una pequeña y mísera altillo de madera, donde al final logra crear una atmósfera casi irrespirable, como la pobre y atormentada alma de Raskolnikov

El paso de un estado al otro es lento va ocurriendo a base de reiteraciones y episodios meticulosamente entretejidos que el autor desmenuza a lo largo de la obra. Un grupo de personajes hará su aparición, su madre con sus miedos, su hermana vulnerable y asustadiza, su mejor amigo que se casara finalmente con Dunia su hermana. Marmeladov un borracho que ha dilapidado su dinero y que es el padre de Sonia otro ser desdichado y perdido como el, con una única postura ante la vida, el conformismo y el sacrificio. El juez de policía que descubrirá al criminal cuando es citado a la comisaría para reconocer sus prendas empeñadas y se desmaya al escuchar como sucedió el crimen, el juez da comienzo a la cacería en busca de pruebas o confesiones.

Pero aún así el reconocimiento de la culpa no es el arrepentimiento y si confiesa es por descargar su alma, por recuperar la paz perdida.

Incluso, más tarde ya en el presidio, continua esta lucha interna, su crimen como tal no es condenable moralmente y más bien reniega de la debilidad que le llevó a confesar, únicamente y al final del libro, solo por su amor a su amada Sonia, su amor incondicional y del conocimiento de la verdad divina, le llegará el arrepentimiento redentor que tanto tiempo lleva buscando.

Es condenado a pasar ocho años en Siberia, trabajos forzados, Sonia lo seguirá, como la mujer de Lenin al cautiverio y le dará esperanzas que algún futuro de calma le espera.

En definitiva, una novela, oscura y lenta a veces, solitaria e intransitable otras, un reflejo del alma del hombre, de nuestras contradicciones, miedos y anhelos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario