lunes, 25 de enero de 2010

Vamos Viendo


Si bien hizo calor esta noche, unas preguntas sin fin me asaltaron desde mi subconsciente, e impiden que duerma apaciblemente y me llevan constantemente a la pregunta de como vamos a salir de este laberinto, leo los comentarios de algunos representantes de los partidos que estuvieron en fecundos consejos nacionales este fin de semana, los cuatro partidos se juntaron por separado y luego supongo yo - de ricos, implacables y sesudos análisis - terminaron proponiendo cambios de figuras, reafirmando que son aun concertacionistas, que todos son progresistas y también de centro izquierda. Que la Concertación es la mejor coalición de la historia chilena, que hay que crear una oposición con muchos nombres, constructiva, vigilante, dura, blanda, amplia, crítica, etc. Que sea capaz de hacer esta derrota corta muy corta.
Y yo, no se porque creo que no va por ahí el asunto. Es una cuestión de principios, de moral con cualquier adjetivo, pero es definitivamente moral. Sin entregar importantes señales de recomposición moral por lo hecho en algunos casos tan mal, y aun por lo que se hará, no habrá como explicarle a la ciudadanía lo que ocurrió y más aun que pretendemos volver a gobernar.
Lo que realmente está en cuestión es lo moral en lo político y esta discusión revela la incapacidad en que nos encontramos hoy para pensar la política de manera moderna, es decir, de una manera que no sea simplemente instrumental, cosa que implica tomar en cuenta todo lo que tiene que ver con la idea de un "valor político" con la ética propia de lo político.
Algunos preceptos morales, como un mínimo respeto a la vida e intereses de los demás, parecen no tener sesgo de clase alguno, sino pertenecer a cualquier moral concebible, pues sin ellos no sería posible sociedad alguna.
Existen algunas pautas de conducta comunes a todas las ideologías morales, y podemos esperar ideologías que las realcen; y aquí esta la clave de mis insomnes noches, no me cuadran los diagnósticos si no somos capaces de explicar moralmente los desaguisados cometidos y como dije los que aun vendrán.
Es acaso moral que un concertacionista de tercera línea, sin la posibilidad ni antaño ni mañana de tomar decisiones políticas deba dejar su cargo en las catacumbas del poder, por un imperativo moral de no servir a un gobierno de derecha, o en el peor de los casos en su rango, ser un excelente funcionario y ser implacablemente despedido por el gobierno de turno.
Acaso la vara para medirlo se comparara con el concertacionista que si tuvo responsabilidades políticas, pero que también tuvo el "habiloso" la precaución de reservarse un cargo de planta en alguna repartición, donde solapadamente se aprestara a vivir cuatro años con suerte y desapercibido. Y a quien nadie le esta exigiendo dejar su cargo. O el alto funcionario, que luego de servir al gobierno concertacionista se va a una empresa privada, con la cual mantuvo lazos e intereses en nombre del gobierno de turno, y continuara manteniéndolos luego que cesen los estruendos de marzo.
¿Alguien puede exigirle al pequeño funcionario, que agarre sus cositas, se vaya a su casa y no haga su aporte al gobierno de derecha que gobernara?
¿Podemos al pescado grande exigirle lo mismo?, ósea, que renuncie a su contrato de planta, y tampoco trabaje en una empresa privada trasmitiendo información costosa del estado a empresarios codiciosos. No, nadie lo hara.
Por eso es que creo, que si no tratamos los temas que tienen que ver claramente con la moral política, difícilmente lograremos que la gente haga la diferencia entre nosotros y aquellos, a quienes hemos estado apuntando desde hace mucho tiempo como ambiciosos, codiciosos, de utilizar información privilegiada, y de caminar entre la delgada línea de la justicia y la ley.
Si no hablamos de nepotismo en nuestro bando, de como se logro que las cuatro figuras que más prometen en la Concertación sean hijos de alguien que anteriormente ocupo importantes cargos en el servicio al estado.
Si no hablamos, de contratos truchos para ayudar a los amigos, a las amigas, a los parientes y para aquellos que pueden destapar alguna olla putrefacta, y que abiertamente lo digo – si no hablamos siquiera del porque nadie se ha preocupado de salvaguardar a la masa pensante o critica que no tiene recursos ni lotes y que ha sido leal al gobierno desde hace veinte años y que ahora ve como su lealtad política lo llevara a la cesantía. Es que no merecemos desprendernos de la roca a la cual hemos sido confinados por muchos, muchos años.

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