jueves, 4 de noviembre de 2010

Ojos del Caburga


Espero regresar lo antes posible y esta vez con mi familia a este maravilloso sitio. Estoy hablando de Pucón o más bien la zona del Lago Caburga, donde he venido a pasar algunos días con amigos, entre el cielo, los bosques y grandes afluentes de agua dulce. La zona esta poblada por mapuches,que han recuperado sus territorios de manera lenta pero constante. Su sola sobrevivencia es en si una epopeya, ya que solo hace veinte años los desdichados descendientes de los colonos extranjeros o chilenos, abusaban y sometían por la fuerza a hombres nacidos libres. He visto una comunidad de intereses entre indígenas y los no indígenas. La total aceptación del otro parece irreversible, pero, no obstante la facultad propia de los mapuches para el comercio y otras actividades, el espacio de desigualdad entre las dos comunidades parece insalvable, si es que las autoridades y la misma gente que comparte el privilegio de vivir con una cultura tan sorprendente como la Mapuche, no pueda hacer mas por acabar con la desigualdad que los separa de sus vecinos.

La zona es hermosa, una de las industria mas importantes del mundo es la del turismo, la región ofrece encantos que son apreciados tanto por los chilenos como por extranjeros que visitan la zona, los volcanes que siempre están coronados por la nieve, los ríos cruzan las ensenadas y se entrecruzan en asteriscos aun desconocidos para mi. Los lagos son más hermosos e imponentes que los de Europa central, y están acompañados de una fauna y flora muy rica y que es necesario proteger y hacer conocer al resto del país, sino, ocurrirá como en Europa que los bordes de los lagos han sido desforestados.
En el kilómetro 17 de la ruta hacia el Lago Caburga hay un fogón auténticamente mapuche, atendido por una mujer que ha intentado por todos los medios conservar y difundir la culinaria mapuche. He hecho casi todas mis comidas en el Fogón Karileufu, un cordero tierno que fue sacrificado ante mis ojos, bendecido y asado con un chimichurri original, donde se mezclan todas las aromas de la zona, la carne asada acompañada con ensaladas y papas a las brasas : pero antes de servir propiamente la carne y subir al cielo, la patrona preparo unos chicharrones dignos de mi abuela que falleció hace muchos años, y que a veces freía la grasa empella para lograr unos sabrosos chicharrones que después colocaba adentro de una blanda marraqueta. Aquí los chicharrones fueron acompañados con tortillas de rescoldo, luego emergió desde el horno un mondongo cocinado en una bandeja de barro, donde las tripas del cordero, su hígado mas una salsa de ajo, merquen y vino blanco hacían las delicias de mi paladar, y cual critico gastronómico impostado, sabia que no encontraría las palabras para describir la fuerza suculenta y gustosa de la comida.
Dos truchas abiertas, pecadas en el Río Trankura, un prodigio en peces que mi amigo francés Frederic cree que solo vera en el paraíso, si dios le premia con una caña de pescar. Fueron asadas en brasas de leña, degustadas con los dedos, vino bueno, dulce, abundante, tinto o blanco no me acuerdo.
Un salmón ahumado para la noche y mas vino blanco y el claro pensamiento noctámbulo que la zona es prolija en dar alimentos para quienes la trabajan, la aman y la protegen.


CM.
Oct 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario