Los regalos, las dádivas en especie, han acaparado el entusiasmo en las campañas electorales , y han sido desplazadas las propuestas específicas de los candidatos, la razón es que nos encontramos en un laberinto, las campañas apuntan a objetivos diversos, la ciudadanía y los funcionarios parecieran estar hastiados, cansados, aburridos. Preocupados más por la crisis económica y sus efectos en el empleo y los ingresos, viviendo en la zozobra de ser despedido y viendo como los partidos, sus dirigentes y candidatos, no solo no sufren la crisis, sino hacen gala del derroche en gastos superfluos. Esperemos que aún dentro de este dilema y realidad, la ciudadanía no desista de ir a votar y lo haga buscando mejores miras para el país.
Algunos teóricos pragmáticos aseguran que las campañas electorales son espectáculos, shows, torneos de imagen, y una confrontación de intereses económicos, donde no importan las ideas, ni las propuestas, ya que no importa quien sea elegido, ya que el sistema binominal limita cualquier idea novedosa. Por lo tanto un político con grandes ideas no tendrá ninguna posibilidad de ser elegido sino es capaz de organizar su campaña entorno a regalos, promesas engañosas, alianzas, caramelos, abrazos y besos, orquestas, vedetones, la sonrisa petrificada y los cachetes del poto bien apretados, ya que como dicen en Mexico “ un candidato pobre luego es un pobre candidato”.
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