miércoles, 31 de marzo de 2010
La Pandilla Salvaje
He visto desde el comienzo hasta el final más veces la película La Pandilla Salvaje de Sam Peckinpah que El Padrino. La vi por primera vez a fines de los años 60 en el cine de mi barrio, Teatro America, sentado clandestinamente ya que era para mayores de catorce años y yo aun no los cumplía. La violencia, el sexo, la sequedad del desierto de Arizona, el misterio de las fronteras, la muerte de todos los jovencitos por amistad y hastío de la miserable vida de bandoleros sin amor, sin hogar y sin un país, me marcarían mucho en mi adolescencia.
La película esta interpretada por Wiliam Holden, el es el jefe carismático de la banda que componen gringos de edad madura que son perseguidos implacablemente por Robert Ryan, que alguna vez fue miembro de la banda. La primera escena ocurre en un misero pueblo de USA en la frontera con México. La pandilla disfrazada de Rangers ingresa a robar el banco del pueblo. En un edificio frente al banco espera el grupo de Ryan deben llevar días esperando. Una orquesta cruza la calle polvorienta justo cuando comienza la balacera que va durar interminablemente causando muertos por todos lados.
La película va terminar de la misma manera, luchando cinco contra cientos de mexicanos de algún ejército rebelde o fiel a algún cacique mexicano. Los jovencitos se adueñan de una ametralladora Maxim y van a dejar la tendala de soldados muertos. Uno a uno van a ir cayendo los gringos por su lado.
La noche anterior, cuando la decisión de hacer mierda a los mexicanos estaba tomada, se van de juerga en el pueblo. Escogen algunas chaparritas y pasan la noche con ellas. Menos el viejo actor Ernest Borgnine que parece que es impotente. Dos gringos muy amigos comparten las mujeres y arman una bacanal en una bodega de vino con las minas.
Satisfechos se juntan en la mañana y comienza la pelotera. Al final Robert Ryan que había cruzada la frontera los encuentra muertos, junto a decenas de mexicanos que habían sido acribillados por la ametralladora. Los mira y dice que el hubiese peleado junto a ellos.
De todo para la imaginación de esos años tuvo esta película. Si hasta de adulto visite esos lugares en México, salvo por los automóviles, nada ha cambiado mucho en el norte de México. La llamada zona de tolerancia, esta repleta de muchachas como en la película, tequila, cerveza y tacos completaron el recuerdo y el deseo de vivir esa estrafalaria aventura vista en el cine hace ya tantísimos años.
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