sábado, 24 de abril de 2010
Con Piñera La Derecha No Llego al Poder...ahì esta el problema
La derecha chilena no ha encontrado ni encontrara en Piñera el elemento político unitario, que anteriormente había facilitado el pinochetismo para agrupar a las élites católicas, al pinochetismo, al nacionalismo y al gremialismo, base histórica fundamental del conservadurismo en nuestro país
El origen básico de la actual derecha se encuentre en la derecha católica oligárquica, hay que precisar que a lo largo del tiempo ha conseguido atraer a otros sectores y corrientes. A la derecha actual se han incorporado desde antiguos militantes de la extrema derecha, hasta democratacristianos, neoliberales y ex concertacionistas, facilitando mantener un ala “dura” y otra más o menos “moderada”. También han absorbido a los influyentes grupos del tradicionalismo católico. Desde el punto de vista ideológico hay varias corrientes presentes en la derecha aunque no estén estructuradas, basta ver las elecciones internas y lo poco democráticas que son. Esos afluentes se entremezclan, de forma compleja, con los propios, existiendo un equilibrio entre los neoliberales, los neoconservadores, los neo pinochetistas y los regionalistas de derecha, más todos los entramados de poder y grupos de presión internos.
Muy pronto sabremos si se trata de una síntesis estable o si la integración ha sido un espejismo y si la imagen unitaria oculta diferencias insalvables. En todo caso, la unidad partidaria no puede disipar los distintos orígenes, visiones y aspiraciones. La proximidad al poder estos últimos años desde Lavin, evitó posiblemente, en los últimos diez años los enfrentamientos y la confrontación de proyectos entre las dos corrientes más fuertes.
Después de la victoria electoral de 2010 será difícil que se mantenga permanentemente la armonía entre las distintas sensibilidades de las dos derechas, sobre todo si se consolida la actual hegemonía de Piñera y su tentación de provocar continúas tensiones y confrontaciones con la finalidad de desestabilizar a los partidos. Aquí esta el problema, pueden surgir posiciones extremistas que no deben ser ignoradas ya que pueden conducir a enfrentamientos entre sus corrientes encubiertas, especialmente si perciben que el actual curso de Piñera puede alejarles por una larga etapa del control del Estado.
Es muy posible que la derecha, al menos un sector de ella, no estaba anhelando su victoria del 2010 como una mera transición electoral, sino como un cambio más trascendental, que le permitiría solventar algunas deudas históricas pendientes de décadas atrás. Esas posibles expectativas ayudarían a explicar la evidente crispación producida cuando les impidieron claramente que se nominara a sus figuras en cargos de gobierno, imposibilitándoles incorporar plenamente su orientación neoconservadora al sistema político.
La UDI ha reaccionado como si se hubiera producido un desalojo al revés. Tienen miedo al desmoronamiento de su proyecto político, laboriosamente reconstruido a lo largo de muchos años. Después de haber tensionado extremadamente la política chilena para llegar al poder, y haber mantenido durante sus años de oposición un virulento comportamiento frente a la Concertación, los réditos a su lucha les parecen escasos. Todo ello contribuye a que la UDI no esté dispuesta a ejercer una política normal en el gobierno.
En un sistema binominal que se basa en la combinación de visiones distintas sobre Chile, cada una de las fuerzas representativas de las alternativas del centro izquierdo y del centro derecho adquiere una gran importancia para el conjunto de la sociedad. Por ello, el rumbo estratégico e ideológico que emprenda la Udi y sectores de RN resulta tan preocupante para el país.
Desearíamos una derecha más moderada, más europea, capaz de alejarse de los rasgos autoritarios y tradicionalistas de su pasado y de los que algunos de sus dirigentes importan de las corrientes más impresentables de la nueva derecha.
Desdichadamente, no parece que sea ese el camino emprendido por la actual dirección de la UDI. Y las tradiciones de la derecha chilena tampoco reconfortan demasiado para pensar en una progresiva moderación y en una mejor adaptación a la realidad democrática del país, el problema se les origino cuando la derecha chilena, sucumbió a las tentaciones alimentadas desde sus tradiciones autoritarias, anti Concertaciónistas y finalmente estuvo abierta al populismo neoconservador de Piñera, colocando al país en una situación muy negativa para la democracia chilena.
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